[La Senyera Negra] Pues empieza bonita la noche

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sigo riéndome. Y el pijo, ¿para que manda carta? Que haga lo que le salga de los cojones, como si a mi me importara, que ese fantasma se lo ha ganado a pulso.

Off:

Mientras tanto, en el Vulpes, Roberto miraba a su ghoul, Rodri el barman.

No quería encargarle a él hacer la llamada, pero se sentía tentado. Desde las guerras había procurado no comunicarse con nadie de la Camarilla más de lo necesario, pero... ¡Joder, era Ferràn de quien estaban hablando! Aquel Brujah que nunca terminaba de decir ni que sí ni que no pero te lograba liar para que te fueses a casa con una sonrisa de oreja a oreja y al llegar, como quien comprende que se ha dejado las llaves, te dabas cuenta de que otra vez te habías quedado sin respuesta.

Y eso que era el primogénito.

- He tenido esto ventilándose todo el día, pero huele a porro que tira para atrás. No sé si has pensado en contratar un servicio de limpieza, o en comprar unos cuantos ambientadores, pero si quieres enderezar el negocio tendremos que quedar bien con los de sanidad y todas esas cosas -comentó Rodri desde detrás de la barra. Faltaba un rato largo todavía para abrir-. También es un poco cantoso el horario...

- El horario es el horario. Del resto, encárgate de lo que quieras... -replicó Roberto sin mirar a su ghoul-. Es más, ve a ver si la droguería está abierta, o a ver si el moro del final de la calle tiene ambientadores de esos. Vamos.

- Eh, vale, vale -el chico alzó las cejas sorprendido, pero obedeció sin preguntar.

El viejo Anarquista supo cuándo había quedado lejos del oído del muchacho. Entonces aprovechó para marcar en la rueda del teléfono del bar el número del primogénito.

- ¿Ferràn? -le preguntó al teléfono-. Tengo unas preguntas para ti, y no sé hasta qué punto es urgente...

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Roberto se cubrió la cara con una mano mientras se preguntaba hasta qué punto era buena idea hablar de eso por teléfono. Pero, claro, tampoco era cuestión de presentarse en el Eliseo habiendo sido uno de los mayores representantes del bando Anarquista durante la guerra... Y teniéndosela jurada a más de uno.

Resopló. Lo hacía a veces a pesar de que no necesitaba respirar. 

- Pues, ¿sabes qué? Que tampoco sería mala idea... Hace mucho que no me distraigo. Pero no, déjate de chupitos y discursos -tomó asiento-. Escucha, te he hablado del Almirante alguna vez, ¿no?

El Almirante era un afamado autarca que se rumoreaba que se la tenía jurada a la Camarilla. La información no siempre coincidía de una versión a otra, pero había rumores que apuntaban a que había estado detrás de un movimiento en Newcastle especialmente cruento. También se hablaba de atentados contra las Capillas de los Tremere y otras historias para no dormir que nadie sabía hasta qué punto eran reales.

Bueno, nadie entre los Anarquistas. Fuera del selecto grupo de los rebeldes nadie había oído hablar de estas leyendas del mismo modo que fuera del pueblo nadie sabe quién es Pepe, el de la Juani.

- Ha venido un tipo al bar. Créeme, no era ningún neonato. Estaba seguro de sí mismo, confiado y sabía hacer las preguntas apropiadas y actuar con cabeza. Me ha dado una buena impresión, pero no sé de dónde coño ha salido ni por qué ha mencionado al Almirante. Lo he mandado a ver a tu amigo De Montclar -agregó-. Ya sabes, por su propio bien. Una buena presentación y podrá pastar tranquilo por la ciudad antes de largarse.

Francisco Moreno no había dicho que fuera a largarse, pero eso no tenía por qué saberlo precisamente un Primogénito de la Camarilla... Por mucho que la mitad de los Anarquistas soñasen con tenerle en su bando.

- Ha dicho que le puedo llamar Fran. ¿Sabes algo de él? ¿Me lo ha enviado la Primogenitura para vigilarme el culo o algo así?

Roberto estaba preocupado por si su tapadera había quedado al descubierto. Al fin y al cabo, si siempre recibía con tranquilidad a los que entraban en Vulpes era porque la Camarilla le daba por muerto... En conclusión, si alguien le buscaba sólo podía ser un auténtico Anarquista o un auténtico problema.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Roberto puso los ojos en blanco... Aquel no era el mejor momento para intentar hacerle reír. Aunque dada su estresante no-vida, ningún momento era bueno para el cachondeo.

- Pues espero que no venga. Esta ciudad no está preparada para una guerra en estos momentos. Un ataque sería nefasto para cualquier bando -"especialmente para el mío" agregó mentalmente.

Roberto se quedó mirando la sala vacía de Vulpes. Estaba realmente en las últimas. Había madera podrida, todo el alcohol que vendían estaba aguado... Menuda mierda. Reunir a un buen grupo de luchadores y rebeldes inconformistas iba a llevarle años. Y los buenos estaban ya cogidos. El Sabbat se llevaba a los pesos pesados, o bien a su bando o bien a la tumba y adiós muy buenas. Y los Vástagos como Ferràn se iban con la Camarilla. Sintió una punzada de amargura que se suavizó al ver a Rodri volver a entrar en el bar.

- Aquí tienes, recién salido del horno -bromeó agitando la bolsa de la droguería-. Ahí va, ¿con quién hablas?

Roberto se sintió incapaz de mandarle una mirada amarga al Ghoul, pues le acababa de recordar que no todo estaba perdido.

Lo que necesitaba era tiempo, un tiempo tranquilo... No problemas en el Elíseo.

- No me jodas, le mandé ayer... ¿Qué coño ha pasado? ¡Parecía un tipo con cabeza! -escucha atentamente la descripción y asiente una y otra vez-. Joder, joder, joder, joder... -lo repite una y otra vez como si fuese un mantra-. Es él, sí, es el mismo tipo. Pero qué hostia le iba a soltar yo... A él y al maldito Almirante -Rodri se alarmó. Roberto no solía perder los estribos...

¿Era mucho pedir un período de tranquilidad? Porque a él no se lo parecía.

- ¿Quieres que yo...?

- No. Tú a limpiar, que para algo te pago. Vamos -no se molestó en tapar el auricular-. Joder, Ferràn... ¿Ha hablado de mí o de mi puto bar? Tengo que soltarle. Me va a joder la tregua que tenemos montada, te lo digo yo. ¿Qué coño? ¡Ya me la ha jodido! Muy bien... Vamos a sacarle de ahí. Tú te encargas de que a mí no me pille nadie, yo te dejo que le interrogues todo lo que quieras, y luego yo me aseguro de atarle en corto para que no vuelva a molestar en tu ciudad. ¿Hay trato?

 
 
 
 
 
 
 
 
 

Je je je.

Off:

Al lado de Roberto, Rodri agarró un paño andrajoso y lo pasó por las mesas para "limpiarlas". Conectó el ventilador del techo (que chirrió sonoramente antes de comenzar a funcionar a una velocidad ridícula) y el humo del tabaco residual se movió perezosamente. El olor no mejoró ni con ayuda del ambientador, pero ni al  vampiro ni al ghoul les importó. Eran muchas cosas en Vulpes, pero remilgados ni de coña.

- La madre que... -Roberto refunfuñó. "O estoy perdiendo facultades a la hora de juzgar a la gente o me dejé cegar por el brillo de la mención al Almirante" se dijo mientras Rodri daba vueltas por la estancia. Y realmente daba vueltas, pues no sabía cómo cojones mejorar la higiene del local. Era más fácil trasladarse, o prenderle fuego a todo.

- Mira, Ferràn, hace una década te habría dicho que mataras a ese pobre diablo o que le enseñases a bailar sevillanas si con eso le cerrabas la boca. Pero a día de hoy, tú sabes cómo está... Mi causa -no, Roberto no pensaba pronunciar la palabra "anarquista" en un teléfono-. Estoy más solo que la una, mataron a los mejores y luego a los peores. Somos cuatro gatos y no estoy por la labor de dejar pasar la oportunidad de reclutar a un tío que conoce al Almirante. Sí, la ha cagado. Sí, parece que le hayamos enviado en una especie de broma del día de los inocentes para tocarle los cojones a los Ventrue... Pero, joder, yo respeto el libre albedrío de la gente, ¿sabes? Es mi causa, y la apoyaré siempre. Por esa razón no me tienes pegado al culo ordenándote venir. No quieres, y no quieres... Aún. Pero eso cambiará. Y como los cambios son lentos y todavía no quiero ni siquiera convertir a este chaval -por encima del hombro miró a Rodri, que estaba olfateando el ambientador para negar con la cabeza y tirarlo a una papelera destartalada que ni siquiera tenía una bolsa puesta-. Las cosas a su tiempo, cuando cada uno esté preparado. Ya la he cagado precipitándome en el pasado, ¿o no? Así que... No, no quiero un accidente ni ningún castigo para el tal Fran. Quiero ver qué puedo sacar de él. Nos hacemos un favor mutuo y enterramos este asunto.

Rodri se acercó cuando se percató de que Roberto se le había quedado mirando embobado. Lo último que se esperaba el viejo Anarquista en estos momentos era que a Ferràn le diera por echarle la bronca sobre el buenazo del ghoul.
- ¡Eh! ¿Pasa algo?
- Ferràn dice que...
- ¡¡Es Ferràn!! -y Rodri, con ese entusiasmo que le caracterizaba, agarró el auricular como si las navidades se hubiesen adelantado-. ¡¡Ferràn!! ¡Hola, hola! ¿Cómo te va? Tengo ganas de verte, tío, mira que te vendes caro, ¿eh? A ver si te pasas por aquí un día o quedamos en la Senyera y te compro uno de esos cafés cargados para aguantar todo el día... -rió alegremente. Rodri era demasiado fan de los vampiros. Todos le gustaba y todos le caían bien.

Roberto se cubrió la cara con la mano. Hazte Anarquista, dijeron. Será divertido, dijeron...

- ¿Mi papel? -Roberto no pudo evitar sonreír bajo la ingente cantidad de vello facial que rodeaba su boca. Siempre le había gustado que la gente fuese al grano-. Ya te lo he dicho. Tú te encargas de que no haya nadie por en medio, yo te dejo interrogarle cuando quieras, y luego me encargo de atarle en corto. Tú piensa en algo que puedas organizar para tener a tus... camaradas... ocupados. Yo entraré y le sacaré de ahí armando el menor jaleo posible. ¿Todo bien? Dime una fecha y una hora y allí estaré. Luego le puedes venir a ver a mi local a preguntarle lo que quieras, ahí no me meto.

Sonrió para sí mismo al escuchar a Ferràn. Siempre estaba de coña, pero a la hora de la verdad los tenía bien puestos. Y sabía mantener sus lealtades... ¡Coño! ¿¡cuándo pensaba unirse a sus filas!? En fin...

- ¡Toma ya! ¡¡Te tomo la palabra!! -exclamó Rodri encantado. Seguramente, de haber conocido a Nuria, Roberto también habría pensado que eran similares. El mundo de los condenados volvería a condenarse si el entusiasta de los vampiros y La Vinatera se cruzaban e iniciaban una conversación-. ¡Ahí estaré! ¿¡Cómo está Toni!? ¿Todavía sale con...? ¿Oh? ¿Ya...? Bueno, vale, sí, yo se lo digo, yo se lo digo. Hasta la próxi... ma. Ha colgado -se gira para mirar a Roberto-. Me ha dicho que te diga que no te vayas de p... O sea, del local. Que esperes y que ya te llamará.

Roberto se dijo que una vez más había acabado volviendo a casa sin las llaves pero con una gran sonrisa.

- Tómate la noche libre, anda, chico. Y ándate con ojo, que las cosas cada vez están peor ahí fuera.

Off: