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[Plaza de la Constitución, Mexico D.F.] Méjico lindo y querido (Carla Santillana)
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[Plaza de la Constitución, Mexico D.F.] Méjico lindo y querido (Carla Santillana)
El coche frenó en Monte de Piedad esquina con la calle de la República de Guatemala y Carlos, tras agradecer a su hermano el servicio, bajó y puso sus pies en el asfalto.
-Ha sido un placer, hermano. ¡A ver si todo os sale pronto y bien!
Carlos asintió sonriendo y levantó una mano para despedirle. El coche se perdió en la lejanía y el Lasombra giró sobre sus pies, caminando en dirección contraria hacia la plaza, casi desierta a aquella hora tan tardía: la mitad eran trasnochadores que aún no se habían acostado, y el resto se trataban de recién levantados que se dirigían al trabajo.
A aquella enorme plaza los ciudadanos le llamaban “El Zócalo” sin que él supiera las razones, pero la verdad es que le importaban una mierda. Al final estaba allí de regreso. Había sido muy amable por parte del Arzobispo de Veracruz invitarles al Banquete de Sangre. Todos habían ido allí en tren y la mayoría habían pospuesto el regreso para la noche siguiente, pero él había regresado con aquel Lasombra al que conocía por encima… pero le habían soplado que sus contactos eran de lo mejor. ¡Ganas que tenía de largarse de aquella ciudad! Joder, ¿pero que hacía alguien cantando rancheras en aquel sitio, y a aquella hora?
No era la primera ocasión que visitaba México D.F., ni mucho menos, pero perdida Cuba si era la primera vez que lo hacía como exiliado, como un mendigo huérfano, sin techo sin manada.
Me cago en la puta madre que parió a toda la jodida Torre - maldijo para sus adentros.
Sus pasos le llevaron a la Capilla de las Ánimas, aquella pequeña iglesia situada en un rincón de la Catedral, el lugar que habían concedido a los “cubanos” para instalarse en tanto se integraban en otras manadas, se trasladaban a otro país o formaban sus propias manadas. Y entre unas cosas y otras casi habían pasado tres años, pero ahora Carlos lo tenía todo atado y bien atado, pronto “Los Señores de los Andes” se pondría en marcha. Había subido tres de los cinco escalones que llevaban a las puertas cuando salió el Abad, en este caso un Brujah nombrado por las instituciones mejicanas, suponía Carlos que con el fin de vigilarles más a ellos que a los que pudieran entrar. Interiormente lo mandó a la mierda mientras se saludaban con una falsa sonrisa.
El Brujah se largó y Carlos se detuvo. En realidad era muy pronto para encerrarse en el refugio. No, no le apetecía en absoluto entrar, pero tampoco quería ir a pasear, ni siquiera cazar, tras el Banquete. Tras un corto debate interno terminó por sentarse en los escalones. Sacó un arrugado paquete de cigarillos y encendió uno.
Última edición por Carlos Aranda el 29.04.16 0:49, editado 1 vez
Carlos Aranda
Re: [Plaza de la Constitución, Mexico D.F.] Méjico lindo y querido (Carla Santillana)
Carla se sentía extremadamente feliz. Las celebraciones, en especial las decadentes, eran el súmmum de la entrega y la perdición. Y los banquetes de sangre, que no se celebraban tan de seguido como a ella le habría gustado, eran excepcionales para una albigense como ella. Sin embargo, en cierto modo le daba pena aquella celebración. Los barriles morirían, y eso significaba que sus almas no podrían echarse a perder.
Y allí estaba ella, ataviada con su vestido amarillo preferido, dispuesta a encontrar algún entretenimiento con el que desfogarse cuando terminase la celebración.
Se fijó en que el abad se alejaba por la plaza donde se encontraba. Los brujah eran tan graciosos... Perdían el control con tanta facilidad... Grandes compañeros de juegos, sí señor.
Y, hablando de juegos, ¿qué podía hacer Carla para amenizar el tiempo hasta el inicio del banquete de sangre? No tenía nada entre manos desde hacía un par de noches.
"¿Corromper a un hombre de Dios...? No, lo hice el mes pasado. ¿Traer a alguien a mi senda...? Mucho esfuerzo y poca diversión. ¿Qué tal un asunto relacionado con dinero...?" pero nada se le antojaba lo suficientemente divertido. Es lo malo de los excesos. Una vez obtenidos, necesitas ir más lejos. Siempre hay que ir un paso más lejos, y la creatividad termina agotándose antes o después. Tal vez lo que Carla necesitaba era un cambio de aires... Y, hablando de aire, el humo de un cigarro llegó hasta sus ojos.
Carla buscó en la penumbra, entre la divertida música callejera y la deliciosa catedral que usaban de refugio algunas manadas, había un cainita al que no conocía. Él era el fumador.
Carla se acercó con confianza y se apoyó en la barandilla a escasos centímetros de donde estaba Carlos sentado. Le mostró una sonrisa jugetona, casi gatuna, mientras hablaba.
— ¿Me das uno?
Y allí estaba ella, ataviada con su vestido amarillo preferido, dispuesta a encontrar algún entretenimiento con el que desfogarse cuando terminase la celebración.
- Conjunto de Carla:
Se fijó en que el abad se alejaba por la plaza donde se encontraba. Los brujah eran tan graciosos... Perdían el control con tanta facilidad... Grandes compañeros de juegos, sí señor.
Y, hablando de juegos, ¿qué podía hacer Carla para amenizar el tiempo hasta el inicio del banquete de sangre? No tenía nada entre manos desde hacía un par de noches.
"¿Corromper a un hombre de Dios...? No, lo hice el mes pasado. ¿Traer a alguien a mi senda...? Mucho esfuerzo y poca diversión. ¿Qué tal un asunto relacionado con dinero...?" pero nada se le antojaba lo suficientemente divertido. Es lo malo de los excesos. Una vez obtenidos, necesitas ir más lejos. Siempre hay que ir un paso más lejos, y la creatividad termina agotándose antes o después. Tal vez lo que Carla necesitaba era un cambio de aires... Y, hablando de aire, el humo de un cigarro llegó hasta sus ojos.
Carla buscó en la penumbra, entre la divertida música callejera y la deliciosa catedral que usaban de refugio algunas manadas, había un cainita al que no conocía. Él era el fumador.
Carla se acercó con confianza y se apoyó en la barandilla a escasos centímetros de donde estaba Carlos sentado. Le mostró una sonrisa jugetona, casi gatuna, mientras hablaba.
— ¿Me das uno?
Carla Santillana
Re: [Plaza de la Constitución, Mexico D.F.] Méjico lindo y querido (Carla Santillana)
Las caladas del cigarrillo, al ser exhaladas de su boca, parecían formar mágicos y originales dibujos de humo en el aire, ascendiendo hasta las nubes y reuniéndose con la grávida contaminación que descendía sobre la ciudad. Luego decían que el tabaco mataba. ¿Y toda aquella mierda que los humanos se veían obligados a respirar? Chasqueó la lengua y dejó su mente casi en blanco, meditando, buscando la iluminación. Tan enfrascado se encontraba que ni siquiera percibió la llegada de Carla.
Desde luego en otro lugar y momento no se habría permitido semejante descuido, pero ¿quién se permitiría atacar la ciudad - o atacar a un Sabbat - en el mismo corazón del centro del país, lugar sagrado para la Secta y rodeado de refugios en los que se encontraban varias manadas? O huérfanos en busca de una, su caso, sin ir más lejos.
Sin embargo su cabeza giró de inmediato en dirección a la voz aún antes de que el eco de las palabras femeninas se hubieran devanecido en la plaza. Al principio con el cejo fruncido y luego, a medida que sus ojos recorrían la figura de la jovencita de seductora mirada y aterciopelado rostro. Facciones casi perfectas y vestido caro. Esto último lo descartaba de la lista de putilla barata: si lo era, sería de categoría, y esas no se iban vendiendo por la calle. Podría ser… Hrm, o no. Igual podía ser una golfilla de casa bien pasada de coca. Ya se vería, porque si era lo segundo se arriesgaba a que la secuestraran, o violaran, o apareciera desangrada en cualquier callejón. El estaba lleno, pero seguro que los hermanos de la Capilla agradecerían la ofrenda.
- Como no - dijo levantándose y aproximándose a ella. - Pero te advierto que es un tabaco fuerte. ¿Te gusta? Es el mejor... si te gustan las emociones fuertes. Volvió a mirarla de arriba abajo, ahora de forma notoria a fin de que ella se percatase de ello.
- ¿Qué haces por aquí y tan sola, querida? ¿No sabes que es peligroso? ¿O eres tu la peligrosa? - terminó mientras encendía un cigarrillo y se lo ofrecía.
Carlos Aranda
Re: [Plaza de la Constitución, Mexico D.F.] Méjico lindo y querido (Carla Santillana)
Carla se cubrió la boca, por supuesto pintada, para ahogar un ataque de risa. El resultado fue que una mirada pícara asomó en sus ojos y se dirigió directamente hacia Carlos. ¡Pensaba que podía saborear el tabaco! ¿¡La había tomado por una humana!? O bien se encontraba frente a alguien lo suficientemente corrupto como para no detectar el mal que todos parecían encontrar en ella desde su Abrazo, o bien era un vástago poco observador... Pero eso, lejos de molestarla, le ofrecía una diversión que no se había imaginado... Justo lo que buscaba.
Antes de que Carlos le diese el tabaco, Carla impulsó su sangre para que le calentase la piel. No iba a decir nada, y si él seguía creyendo que estaba en compañía de una mujer viva, Carla se divertiría jugando a ser una pobre inocente en las garras del peligro. Si se daba cuenta, bastaría con decir "ups, ¿tú también eres un vampiro? se ve que hoy nos vamos a quedar con sed, jeje".
— Gracias —le sonrió con coquetería y tocó deliberadamente la mano del lasombra para que notase su tacto cálido—. ¿Emociones fuertes? Te aseguro que no vas a impresionarme, soy una chica fuerte y he viajado mucho —y dejó escapar una risita algo boba que usaba deliberadamente para tentar a los hombres. Claro que funcionaba mejor con los que estaban vivos, pero bueno...
Carla cruzó las escaleras para situarse al otro lado de Carlos en respuesta a su mirada. Se aseguró de lucir bien las piernas en el proceso.
— ¿Peligrosa, yo? Eso es ridículo, soy una buena chica. Digamos que me he separado hace poco de mi amado —un siglo sin ver a su sire, más o menos, pero eso no hacía falta decirlo— y busco distraerme. ¡He cruzado el océano para no volverle a ver! Que se pudra en Italia —más que hablar, ronroneaba.
Dio una calada al tabaco y se le ocurrió fingir un ataque de tos para crear el efecto de ser muchísimo más ingenua de lo que había afirmado. Envió un poco de sangre a sus mejillas para mostrar algo de rubor. A ella le encantaba ver a los humanos sonrojarse... La sangre agolpándose tan cerca de la superficie de la piel de un humano le parecía irresistible. Humano colorado, humano drenado.
"Y ya no gasto más sangre para hacer el tonto, no vayan a salirme mal las cosas y resulte ser un infernalista o algo así, que entonces estoy apañada... Aunque, bueno, tengo al lado la catedral..."
Antes de que Carlos le diese el tabaco, Carla impulsó su sangre para que le calentase la piel. No iba a decir nada, y si él seguía creyendo que estaba en compañía de una mujer viva, Carla se divertiría jugando a ser una pobre inocente en las garras del peligro. Si se daba cuenta, bastaría con decir "ups, ¿tú también eres un vampiro? se ve que hoy nos vamos a quedar con sed, jeje".
— Gracias —le sonrió con coquetería y tocó deliberadamente la mano del lasombra para que notase su tacto cálido—. ¿Emociones fuertes? Te aseguro que no vas a impresionarme, soy una chica fuerte y he viajado mucho —y dejó escapar una risita algo boba que usaba deliberadamente para tentar a los hombres. Claro que funcionaba mejor con los que estaban vivos, pero bueno...
Carla cruzó las escaleras para situarse al otro lado de Carlos en respuesta a su mirada. Se aseguró de lucir bien las piernas en el proceso.
— ¿Peligrosa, yo? Eso es ridículo, soy una buena chica. Digamos que me he separado hace poco de mi amado —un siglo sin ver a su sire, más o menos, pero eso no hacía falta decirlo— y busco distraerme. ¡He cruzado el océano para no volverle a ver! Que se pudra en Italia —más que hablar, ronroneaba.
Dio una calada al tabaco y se le ocurrió fingir un ataque de tos para crear el efecto de ser muchísimo más ingenua de lo que había afirmado. Envió un poco de sangre a sus mejillas para mostrar algo de rubor. A ella le encantaba ver a los humanos sonrojarse... La sangre agolpándose tan cerca de la superficie de la piel de un humano le parecía irresistible. Humano colorado, humano drenado.
"Y ya no gasto más sangre para hacer el tonto, no vayan a salirme mal las cosas y resulte ser un infernalista o algo así, que entonces estoy apañada... Aunque, bueno, tengo al lado la catedral..."
Carla Santillana
Re: [Plaza de la Constitución, Mexico D.F.] Méjico lindo y querido (Carla Santillana)
Carlos observó los movimientos de la chica con no poco escepticismo: la boca cubierta, la pícara mirada, sus pasos aproximándose para recoger el cigarrillo ofrecido, ese brillo de diversión en el fondo de los ojos.
- De nada, hija mía. Que te aproveche, aunque dicen que fumar provoca cáncer - contestó el Lasombra mientras volvía a mirarla de arriba abajo.
Y ahora le tocaba, le permitía percibir el calor de su carne, como esas zorras que se dedican a calentar la entrepierna de los hombres y luego se retiran a la espera de recibir un pago a cambio de permitirles ir más allá. Debería haber percibido que su piel estaba helada pero, hey, cualquiera puede tener las manos heladas y por mil motivos distintos. Joder, se ponía a coquetear con él, ya le valía. Y a él por aguantarlo. Dirigio una mirada a las piernas, que muy bonitas, pero que en él despertaban la misma pasión o deseo sexual que mamársela a un muerto.
Claro que en este caso, je… - la risa boba cortó sus pensamientos y le hizo enarcar una ceja.
- Cariño, quizás podría impresionarte si lo desearas.
La cuestión era ¿a que nivel? Si era humana, aquella tía estaba destinada a ser carne de banquete, de centro psiquiátrico - ¿pasearse por allí a esas horas, en aquella ciudad y de tal guisa, osea, te lo juro por Snoopy? - o de Malkavian. Si era cainita... sería otro cantar. Pero bah, estaba perdiendo demasiado tiempo con aquello y a Carlos no le gustaba perder el tiempo en tonterías como aquella de su “amado” y el ataque de tos que siguió a continuación.
El Lasombra concentró la Vitae que corría por sus venas a fin de invocar las sombras y el poder que su Don de Caín le concedía sobre ellas para que rodeasen a aquella inconsciente muchacha.
Tirada (3 éxitos)
- Nota:
- Aclaración: Hasta donde yo sé, Faro de lo Impío actúa sobre el clero y los mortales (eso dicen los libros). Si Carlos tuviera humanidad a 9-10 no te digo yo que no notase algo, pero no es el caso ni de lejos… :/ Igual el Narrador nos puede aclarar?
Carlos Aranda
Re: [Plaza de la Constitución, Mexico D.F.] Méjico lindo y querido (Carla Santillana)
- Off:
- Siento muchísimo el retraso, me ha comido el trabajo estos días ;_;
No he dicho en ningún momento nada de que estés interpretando mal lo de faro de lo impío... Lo que pasa es que suelo escribir las cosillas de la ficha tal y como las piensa mi personaje. Ella no sabe qué es el defecto "faro de lo impío" ni en qué consiste, sólo sabe que la gente detecta el mal en ella desde que es vampira, y por historia ella siempre ha estado rodeada de gente religiosa y bondadosa (era monja en vida y cuando la Abrazaron fue a estudiar a Dios a Italia). También esto es un flashback, y pensé que podía tener menos dominio sobre lo que es y lo que sabe del vampirismo del que tiene en el presente.
Lo que quiero decir con todo este parrafón es que no lo he dicho con mala intención ni para acusarte de estar interpretando mal a tu personaje, sólo lo usaba para darle vidilla a los pensamientos de Carla.
Discúlpame si ha sonado mal o te he molestado.
— ¿Cáncer? ¿Qué más dará? De algo hay que morir, y más vale irse a la tumba con una gran sonrisa que con un gran historial de rutina y abstinencia, ¿no?
Carla estaba evitando sucumbir al ataque de risa que le producía su propio juego. Iba a ser divertido explorar la mente y las perversiones de otro cainita. Normalmente solían mostrarse demasiado cerrados con los Albigenses por miedo a bajar la guardia a sus tentadoras propuestas... Y Carla no entendía por qué. ¿Qué es la vida sin un poco de hedonismo del sano?
De repente, la noche se oscureció más de la cuenta, y Carla frunció el ceño. Eso sí que no se lo esperaba.
— Pero qué poco sentido del humor que tienes...
Carla había podido ver dónde se proyectaban las sombras de los peldaños de las escaleras, y en base a ello se esforzó por invocar un par de tentáculos... Con éxito.
Un primer tentáculo de oscuridad emergió desde los escalones superiores para coger la muñeca de Carlos. El segundo se deslizó desde el último escalón y fue a por la otra muñeca del lasombra.
— ¿No has oído hablar del código de Milán? —y se rió otra vez, pero esta vez no era el sonido cristalino y coqueto de antes. Ahora era una risa perfectamente normal—. Vamos, disipa esto... No es nada placentero, ¿sabes?
Carla Santillana
Re: [Plaza de la Constitución, Mexico D.F.] Méjico lindo y querido (Carla Santillana)
Tampoco Carlos se espera que surgieran dos tentáculos del cuerpo de aquella jovencilla, pero no se resistió en absoluto a que tomaran sus muñecas. En función de como se comportase y lo que dijera ella, él no vacilaría entonces en invocar las sombras para crear los tentáculos que le librasen de los que ella había sacado. Sin embargo todo aquello le parecía un absurdo, una pérdida de tiempo, y más entre Magistri, como siempre les llamó su Sire, descartando el nombre más moderno de Guardianes.
Bien, le daría a la niña otra oportunidad.
Las sombras que Aranda invocara poco antes se fueron retirando, mezclándose entre la propia oscuridad de la noche, lo que desvelaba un nuevo espectáculo ante los ojos de los viandantes que pasaran por allí, y que afortunadamente eran cero o menos. Carlos miró a su alrededor para verificar que así era, y entonces se giró hacia Carla.
- Mi sentido del humor aparece en las ocasiones necesarias, pero no ví indicio alguno de que ahora fuera una de ellas, mucho menos cuando se trae a colación el Código - de nuevo sus ojos escanearon la plaza - ¿Retirarás ahora tus tentáculos, o tendré que crear los míos propios para tu diversión, siendo hermanos? - aunque Carlos no podía estar seguro de que ella lo fuera. - Mucho más interesante sería presentarnos y hablar ¿no crees?
- Nota:
- Vale, vale, es que pensé que era un mensaje entre lineas. Pero la verdad es que ya lo había olvidado. Mensaje recibido y muchas gracias (y perdón por el error!)
Última edición por Carlos Aranda el 21.05.16 15:06, editado 1 vez (Razón : Añadir nota)
Carlos Aranda
Re: [Plaza de la Constitución, Mexico D.F.] Méjico lindo y querido (Carla Santillana)
— Claro, sin problema —efectivamente, Carla liberó a su interlocutor de los tentáculos, que se desvanecieron por completo—. Qué poca fe... Te dije que soy una buena chica.
Carla se estiró y desentumeció como si realmente le hiciese falta. Sacudió el vestido.
— En cualquier caso, me esperan para el banquete de sangre. Presentarnos y hablar podría haber sido interesante. Ya sabes, algo de diversión y decadencia... Pero, ¿sabes? no me atrae en absoluto la idea de quedarme en compañía de quien ya me ha atacado. Nos veremos en el banquete... Supongo.
Seguramente, Carla tenía en mente avisar a su manada o algo por el estilo de la aparición de aquel lasombra huérfano. O quizá le apetecía olvidarse del asunto porque ya la había liado más de una vez y a sus compañeros a veces les resultaba demasiado cansino su interés por los problemas.
Se marchó tras dedicarle una sonrisa a Carlos.
Había perdido el aura de promesas engañosas que la había rodeado en todo momento, dejando de forzar su encanto y la falsa ingenuidad para mostrarse neutral... Como un lienzo en blanco que se empapa de aquello que le rodea para mostrar un trampantojo muy logrado.
Carla se estiró y desentumeció como si realmente le hiciese falta. Sacudió el vestido.
— En cualquier caso, me esperan para el banquete de sangre. Presentarnos y hablar podría haber sido interesante. Ya sabes, algo de diversión y decadencia... Pero, ¿sabes? no me atrae en absoluto la idea de quedarme en compañía de quien ya me ha atacado. Nos veremos en el banquete... Supongo.
Seguramente, Carla tenía en mente avisar a su manada o algo por el estilo de la aparición de aquel lasombra huérfano. O quizá le apetecía olvidarse del asunto porque ya la había liado más de una vez y a sus compañeros a veces les resultaba demasiado cansino su interés por los problemas.
Se marchó tras dedicarle una sonrisa a Carlos.
Había perdido el aura de promesas engañosas que la había rodeado en todo momento, dejando de forzar su encanto y la falsa ingenuidad para mostrarse neutral... Como un lienzo en blanco que se empapa de aquello que le rodea para mostrar un trampantojo muy logrado.
- Off:
- Por mí podemos cerrar el post ya.
Carla Santillana
Re: [Plaza de la Constitución, Mexico D.F.] Méjico lindo y querido (Carla Santillana)
La noche en la plaza regresó a su cotidiana tranquilidad, sombras y tentáculos desaparecidos en el insondable abismo del que surgieron. También ambos cainitas pudieron sentirse mejor al ser liberados de las cadenas de una y oscuridad del otro. Se miraron, Carlos valorando lo que su hermana de Clan empezaba a decir.
Él no dudaba que Carla se considerara una buena chica… pero había diferentes puntos de vista y niveles y seguro que ambos veían aquella virtud de forma diferente. Lo mismo sucedía con la definición de diversión: Carlos dudaba que ella se divirtiese con lo que a él le gustaba y viceversa. En cuanto a la decadencia… prefería dejar a un lado ese término por el momento.
- Lamento que nuestro encuentro te haya disgustado tanto, hermana - Aranda hizo una reverencia, que no podía saberse si era seria o burlona. ¿De verdad se había ofendido tanto por el “ataque”, así entre comillas, en una situación tan desconocida como aquella? Le entraban ganas de reir - Regreso de otro Banquete de Sangre y no tengo constancia de que se celebre otro aquí esta noche, por lo que tengo planeado retirarme para meditar. En todo caso ha sido un placer conocerte... hermana.
Se quedó observando su retirada hasta que desapareció de su vista. Entonces dio la vuelta y entró en el refugio comunal, pensando en la extraordinaria belleza de la Cainita… Pero él también valoraba otros atributos. Una lástima.
- OFF:
- Por mí también se puede cerrar. Muchas gracias por la escena! Narrador, cuando puedas X)
Carlos Aranda
Re: [Plaza de la Constitución, Mexico D.F.] Méjico lindo y querido (Carla Santillana)
- Hilo concluido:
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