[La Sagrada Familia] Otra lección más (William)

Una pequeña Tremere aguardaba con impaciencia frente a la Sagrada Familia. Vestía un abrigo negro que la hacía parecer muy pequeña, y no tenía pinta de sentirse entusiasmada con sus deberes de esa noche.

Se había comprometido a ayudar a José Luís García, un Tremere que ocupaba un cargo superior al suyo en la compleja jerarquía de los brujos, y estaba obligada a trabajar junto a su chiquillo.

- Un sastre... -gruñó al pensar en voz alta. La joven, aparentemente demasiado pequeña y demasiado delicada, sostenía una tarjeta de la sastrería del neonato al que estaba esperando-. Qué poco me gustan esas tonterías.

La muchacha emitió un resoplido absolutamente innecesario para un muerto viviente que no respira. Tenía claro que si su acompañante osaba retrasarse más de cinco minutos, ella subiría en su moto y se largaría.

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La Tremere echó un vistazo a William con una mirada absolutamente inexpresiva. Parecía ser de esos Cainitas que no ponen mucho cuidado en fingir que todavía son humanos.

- Yo soy Adela. Y nada de diminutivos, William -y, por lo visto, tampoco tenía interés en ser simpática. La Tremere arrojó un casco a las manos de su nuevo "pupilo" y señaló la moto-. Sube. Lo del casco es absurdo, lo sé, pero a los policías les llama la atención y les da por multar. Así que si no quieres que perdamos media noche espantando a algún pesado, será mejor que te lo pongas.

Adela ajustó otro casco sobre su propia cabeza.

- Vamos a ir a la Capilla. Imagino que sabes dónde está, ¿no? ¿o no has ido nunca?

—Claro que se dónde está la capilla. –Dijo William, después de coger el casco y examinarlo.- Después de abrocharse el casco se sube a la moto.- Acabemos cuanto antes. ¿Conduces tú?-

- Por supuesto -replicó Adela. Su tono parecía decir algo así como "la moto es mía, no sueñes con conducirla o lo sabré y me cabrearé".

Adela se montó en la moto, esperó a que William hubiese subido, y, reprimiendo el deseo de hacerle una novatada, terminó por comportarse civilizadamente.

- Así que eres el chiquillo de José Luís, ¿eh? -preguntó sin girarse. Grandes ventajas del oído vampírico; no hay que volverse loco para mantener una conversación en medio del ruido-. Y sastre, nada menos... ¿Para qué necesita José Luís a un sastre?

-Si, soy su chiquillo.- Dijo con naturalidad mientras William mientras se subía a la moto. -Su pongo que me eligió por la misma razón que tu sire te eligió a ti. Eso o José Luís andaba corto de trajes.

William Sonrie ligeramente- perdona no he podido resistirme a hacer la broma. – La sonrisa se torna poco a poco cambiando su expresión al mirar con duda a Adela, -
No te ofendas, pero. Me parece mas interesante comentar el echo de ver una tremeré. Por lo que tengo entendido, los miembros mas antiguos del clan son de tendencia machista. -Wiliam encoje los hombros y se agarra a la parte de atrás de la moto.

– A mi eso me da igual. Pero de ser así tienes que ser un vástago con cualidades muy fascinantes.-

La pequeña figura de Adela, que se inclinaba ligeramente siguiendo la dirección de la moto cada vez que cogía una curva, se tensó con las palabras del Tremere.

- Por tu buen humor y tus ganas de bromear te puedo asegurar que tu Sire no te escogió con la misma idea que a mí el mío -replicó monocorde.

Tras el acertado comentario de su compañero sobre los aspectos más conservadores del clan de los Brujos, Adela se tensó todavía más. Sus hombros quedaron tan rígidos que se le marcaron todos los huesos de su escuálida columna vertebral a través del abrigo negro.

- Sí -dijo en tono cortante-. Es cierto que al clan no le gustan las mujeres. Y tampoco los tiempos modernos, lo cual no hace sino condenarles... El mundo evoluciona y se rebela, comienza a ser raro ver amas de casa. ¿Has oído hablar de la Tecnomancia? Incluso la Taumaturgia está progresando -Adela hizo girar bruscamente la moto con la intención de que William saliese despedido.

Al final sí que quería hacerle la novatada.

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- ¿Tienes miedo de romperte un hueso? A ti te han abrazado hace dos días... -murmuró en voz baja. El rugido de la moto ahogaba las palabras de la Tremere-. Has estado rápido. Verás, para la inmensa mayoría de nuestro clan es difícil adaptarse a los tiempos modernos. Imagínate esta situación. Ahora mismo estalla una guerra contra magos. Esto no atañe al resto de la estirpe, ¿verdad?

Adela entró en un pequeño aparcamiento y apagó la moto. Se giró hacia William con sus dos diminutas piernas colgando del mismo lado de la moto.

- Lucharíamos solos. Tendríamos que avisar a otros Tremere... Y créeme. No se haría por teléfono. No. Preferirían enviar una carta antes que descolgar un auricular. ¿Imaginas cuántos compañeros perderíamos? Ha habido lugares donde ha sucedido. ¡En Newcastle desapareció una capilla entera! Así que no seas idiota. No hagas caso a nadie que te diga que las tradiciones Tremere son buenas... No lo son. Impiden incluso la evolución y el estudio de la Taumaturgia.

Adela miró hacia un lado. Estaban frente a La Sagrada Familia.

La ropa de Adela no era visible debido al abrigo negro que llevaba. Un abrigo largo y con grandes botones negros que la hacía parecer aún más pequeña y flaca de lo que era en realidad.

Al otro lado del casco, el ceño de Adela se frunció al escuchar las palabras "querida" y "andrajoso". Luego razonó que era preferible un Tremere con pluma a un Tremere como su Sire. Por lo menos había salido ganando esa noche en ese aspecto.

- Conozco a José Luís desde hace algunos años. Él me pidió que trabajase contigo esta noche -seguía usando el mismo tono seco y apático para hablar con el que había iniciado la noche.

Adela siguió sentada con las piernas colgando, inmóvil como el cadáver que era, mientras William se acomodaba y parloteaba. El comentario de las palomas la pilló con la guardia baja y no pudo reprimir una carcajada al imaginar a un puñado de Tremere confundidos correteando como pollos descabezados en un despacho de la capilla en pos del ave mensajera.

- No, no he estudiado tecnomancia -se recompuso del súbito ataque de risa-. A mí me interesan bastante más otras sendas. Más adelante puedo ayudarte con La Senda de la Sangre y con Manos de Destrucción -esbozó una sonrisa torcida, confiando en producir un efecto inquietante con la combinación de su apariencia angelical y sus intereses destructivos... El efecto "muñequita monstruosa" que tanto detestaba su sire-. Entremos en la Capilla.

La Sagrada Familia no quedaba lejos de aquel pequeño aparcamiento. Su estructura esbelta se elevaba sobre las luces de la ciudad para recortarse contra el cielo nocturno.

Adela bajó de la moto dando un pequeño salto. Se aseguró de que la moto había quedado bien colocada con un vistazo desinteresado. Luego siguió a su acompañante repasando mentalmente sus planes para la noche. Estaba esquematizando las explicaciones para sacar el máximo rendimiento de William en el menor tiempo posible cuando se descubrió a sí misma con el casco que le había prestado al Brujo en las manos.

- ¿Tengo pinta de ser una vulgar ilusionista para fiestas infantiles y bautizos? -siseó. No sabía a qué acto reflejo había obedecido al agarrar el casco, pero lo encontró sumamente irritante-. ¡Qué fiesta sorpresa ni qué niño muerto! ¡Escucha...! -pero su dignidad todavía tenía que recibir un último golpe bajo.

- ¿M-ma... manitas...? ¡Aggh! -echa un basilisco, Adela le arrojó el casco que sujetaba entre las manos a William y trató de hacerle puntería en aquella cabeza de chorlito.

Como Adela era bastante poco atlética, el resultado fue que el casco terminó estampado contra una pared y rodó por el suelo dejando algunas escamas de pintura a su paso.

El contacto nunca la había asustado o disgustado, podía haber pasado por alto todo lo sucedido hasta aquel momento... Pero recordarle una vez más a Adela su limitada condición física... Digamos que había puesto a William en la lista negra de aquella diminuta Tremere.

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