[Paraninfo] Audiencia con Daima (cerrado)

Cuando dan las dos de la madrugada, el coche de Nuria se detiene frente a la Universidad de Barcelona. La puerta de atrás se abre, y Nuria baja envuelta en un abrigo de piel y con el cabello peinado lacio, de manera que recuerda lejanamente a una flapper.
El coche se aleja conducido por un chófer y ella hace que sus uñas repiqueteen contra el vidrio de una botella de su "bodega" privada que lleva a modo de regalo.

Al entrar en el vestíbulo, la recibe un ghoul. Nuria sonríe con educación pero un toque aristocrático, como mirando por encima del hombro al simple recipiente, diciéndose a sí misma que hay poca diferencia entre la carne que envuelve a los ghouls en general y el cristal tintado de sus botellas.
- Me ha citado Daima -Nuria había oído hablar de Daima durante los últimos años, pero no había llegado a verla. Le habría encantado que hubiese pasado por su bodega, pues tenía entendido que Daima tenía ciertos cargos en la política local, pero no había tenido esa suerte.

El ghoul condujo a Nuria hasta el patio. Allí aguardaba Daima, una bailarina Toreador de ascendencia árabe de la Camarilla francesa que acudió a Barcelona durante la batalla contra los Anarquistas.

Daima hizo que el ghoul se retirase con un movimiento de su mano. Examinó disimuladamente el atuendo de Nuria, aprobando su aspecto y deteniéndose en la botella de cristal.

- Salut, mademoiselle Bausà -dijo en su lengua materna, el francés-. Me alegra que haya accedido a venir. Comment allez-vous? -la sonrisa de la Toreador se ensanchó y afiló a juego con su mirada felina-. Es una auténtica lástima que no hayamos coincidido antes, me habría encantado degustar algo de su bodega. En un futuro, cuando regrese por Barcelona, me encantaría asistir a alguna de sus reuniones. Oh là là, c'est quoi? Ha despertado mi curiosidad. Hábleme mientras paseamos.

Daima inició la marcha por el patio con paso lento, creando un agradable eco con el repiqueteo de sus tacones.

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*Salut, mademoiselle Bausà: "Hola, señorita Bausà".
*Comment allez-vous?: "¿Cómo se encuentra?".
*Oh là là, c'est quoi?: "¡Vaya! ¿Eso qué es?".

Nuria recoloca sus pieles con un movimiento lánguido para seguir a Daima por el patio. Aunque encuentra el lugar agradable, Nuria preferiría estar a cubierto. A ser posible en una estancia amplia y decorada con un auténtico derroche de dinero y buen gusto.
No obstante, ya que sospecha que Daima tiene mucho que decir, elige no quejarse.
- Oh, todo va muy bien. Mi negocio prospera. Los productos españoles comienzan a liberarse de su mala fama y parece que nuestra economía mejorará mucho en los próximos años... Y eso que nunca fui partidaria del vino español -suelta una risa suave, ensayada para parecer delicada y en cierto modo servicial. Nuria prefiere producir la sensación de ser encantadora y manejable a primera vista-. Será bienvenida en mis fiestas. Tengo entendido que es bailarina, ¿puede ser? Quizá le apetezca incluso realizar una pequeña actuación para mí. En cuanto a esto... -Nuria alza la botella, mostrándola con orgullo. Es de vidrio oscuro, una tonalidad de verde que se confunde fácilmente con el negro. El cristal muestra una bonita letra B mayúscula entretejida con una zarza-. Es una muestra de mi otra bodega. Una muestra ofrecida libremente por una jovencita virgen. Recogida de la arteria del antebrazo. Suave, ideal para después de la medianoche.

La Toreador se detuvo junto a uno de los accesos laterales del patio. Se apartó el cabello del rostro y miró hacia el cielo nocturno. El ojo humano no podía detectarlo, pero el de Nuria y el de cualquier miembro de la Estirpe advertía perfectamente el reflejo de las estrellas en el maquillaje de sus párpados.

- Très bien. Asistiré si tengo oportunidad. Así podré supervisar personalmente sus progresos. Y será todo un placer bailar para un público selecto. No todo el mundo puede apreciar la belleza, ¿verdad? -Daima desvió la mirada hacia sus propios pies, recordándose a sí misma subida en una darbuka y haciéndola girar en una compleja coreografía.

Daima contempló la botella, los detalles de la marca Bausà, y sonrió con aprobación. Nuria estaba mostrando mucha clase.

- Ha de ser un sabor espléndido. ¿Es posible captar todos esos matices de verdad?

Mientras Daima mira hacia el cielo, Nuria se imagina el aspecto del traje de bailarina árabe. Se pregunta por el color y los adornos hasta que ella vuelve a hablar.
- Ni la belleza ni la complejidad... Ni tampoco el trabajo que hay detrás -Nuria asiente. Aunque lo suyo no es el arte exactamente, se le da bien ponerle precio a las cosas-. Para realizar una obra de arte hay que trabajar duro. Pero me parece que estoy desviándome de la conversación... -la idea de que las siguientes horas transcurriesen hablando de arte con una artista del clan de la rosa resultaba poco prometedora-. Por supuesto que es posible. De lo contrario, mi negocio no habría progresado en absoluto. El sabor de la sangre varía incluso de un lado del cuello a otro. Personalmente, mi favorito es el del brazo. La personalidad, las emociones vividas, el estado físico y de salud... Todo influye. Todo crea un pequeño matiz, un tipo de dulzura distinto. Me atrevería incluso a asegurar que son sabores completamente diferentes. Una vez atendí a una Tremere que en vida había anhelado ser artista. Me costó dar con el sabor perfecto para ella, tuve que obtener a un dibujante de éxito que transmitía la sensación de ver su obra completada y culminada en su sangre. Fue una pena, se hizo adicto a ser mordido y terminó perdiendo la brillantez que le daba ese carácter a sus venas. El siguiente artista que obtuve para la Tremere fue un actor de teatro. Con él perfeccioné la técnica para extraer sangre y embotellarla. Así que, a la salud de los Brujos... -Nuria alza la botella como para brindar-. Dígame usted si puede paladear la suavidad de la que le he hablado.

Daima pensó en una serie de apuntes que realizar sobre el trabajo duro que había realizado como bailarina novata, pero no tuvo oportunidad de comenzar a hablar del tema.
La sed y la curiosidad aumentaron en ella, produciéndole una leve ansiedad. Alzó los dedos y los chasqueó, y un ghoul que estaba atento en el interior del edificio se acercó bastante rápido.

- J'ai très soif. Llévanos unas copas al paraninfo. Y un abrebotellas. Date prisa.

El ghoul, de una belleza notable (como la de casi todos los ghouls Toreador), desapareció en el interior del edificio con una sonrisa que parecía indicar que estaba feliz de seguir las órdenes de su Domitor.

- Sígueme. Dentro continuaremos la charla.

Dentro del Paraninfo había algunas velas dispuestas, pues los cainitas no necesitaban demasiada luz. El ghoul había dejado una bandeja plateada con dos copas altas de cristal y un abrebotellas con la forma de la rosa Toreador. El artículo, bañado en oro, parecía más decorativo que funcional.

Nuria examina el abridor con curiosidad. Le parece una pieza muy bonita. Aunque espera sentirlo endeble en sus manos por ser de oro, descubre que funciona perfectamente cuando descorcha la botella. Luego sirve dos copas. Toma asiento en una de las butacas rojas y sostiene la bebida en su mano, meciéndola con un deje que revela su vieja afición por el vino.
La sangre gira y se mece, empañando ligeramente el cristal antes de que Nuria beba.
- Le tengo que añadir un poco de anticoagulante siempre que la embotello. No me gusta desperdiciarla o dejar que se estropee -explica tras haber dado algunos sorbos. Por supuesto, Nuria ha tenido en cuenta que entre las cualidades del donante figurasen sus requisitos Ventrue para poder consumirla-. Siempre me ha gustado esta universidad. Es un Elíseo sublime. Pero, ahora que lo pienso, todavía no me ha dicho para qué quería verme... En su carta simplemente decía que tenía algo que contarme. Algo que me interesaría...
Nuria oculta su boca con un elegante movimiento de las manos. Disimula por educación, ya que al beber se le han extendido los colmillos y no quiere resultar amenazadora.

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La Toreador asintió. Se sentó en los bancos forrados de terciopelo desgastado y cruzó sus torneadas piernas de bailarina con un movimiento provocativo. Si su ghoul hubiese estado presente, seguramente se habría quedado mirándola embelesado.

Daima cogió una de las copas, pero no bebió todavía.

- Brindemos, mademoiselle. Por mi regreso a Francia y lo que implica para ti -y probó el exquisito néctar que le había donado Nuria. Daima paladeó cuidadosamente la sangre. Resultaba tan deliciosa como la Ventrue había asegurado. Realmente se podía confiar en los gustos de un Sangre Azul.

Incapaz de resistirse, Daima apuró la copa. Podía comprender que el negocio de Nuria funcionase.

- Tengo pocas ganas de abandonar Barcelona. Me gusta esta ciudad, ma chérie. Además, nuestra estructura social está decidida de antemano. No habrá sorpresas cuando los cargos sean públicos. El caso es que tengo pensado volver mucho por aquí. Por eso quiero pedirte une petite faveur... Organiza una fiesta esta semana. Te cederé mi casa. Yo no estaré porque me voy esta misma noche. Quiero que conozcas a la Estirpe de la ciudad y vigiles sus actos. Tienes facilidad para entablar amistades, oui? Me mantendrás informada. Quiero saber quién ve a quién, quién descuida su aspecto y todo lo que suceda en general.

Nuria se termina la copa con más calma que Daima. Está acostumbrada a su propia bodega y el sabor no la sorprende... Aunque eso no significa que le guste menos, por supuesto.
A medida que la Toreador ha ido hablando, Nuria ha comprendido que Daima ha sido Arpía en Barcelona durante los años de la guerra con los Anarquistas. Al parecer, ahora le ha pasado el testigo. Si bien Nuria se alegra del reconocimiento y de la posición que le otorgaría el cargo, se pregunta por qué ella y no otra persona más implicada en los actos sociales de la Camarilla...
- Bien... -pasa los dedos por el borde de la copa. Una vieja costumbre-. Lo haré. Sin ningún problema. Será divertido, y no me vendrá nada mal profundizar un poco en los asuntos de los demás. Será algo muy positivo para mi negocio.
Al fin y al cabo, cuando uno se dedica al intercambio de favores para obtener lo que desea, no viene nada mal tener un poco de respeto y muchos conocimientos detallados sobre aquello que ocultan el resto de los Cainitas. Arpía y Vinatera... A Nuria se le dibuja una sonrisa al pensar en ello, asimilando su nuevo cargo.
- ¿A quién debo invitar? ¿Hay algo en particular que deba hacer o puedo limitarme a realizar las reuniones a las que estoy acostumbrada? Ya que usaré tu casa, acataré tus normas -Nuria no cree conocer a todos los Cainitas interesantes de la ciudad. De hecho, con las idas y venidas de la Camarilla y los Anarquistas, posiblemente ya no conozca ni a una décima parte de la Estirpe local. Y eso sin tener en cuenta a los Assamitas.

Daima había escogido a Nuria por varias razones. La primera, que la inmensa mayoría de los Cainitas con cargos importantes habían abandonado Barcelona.
Por su parte, Nuria llevaba muchos años dando fiestas y celebrando reuniones. Además, era astuta y carismática y podría realizar sus funciones como Arpía con gran soltura. Daima opinaba que aquella joven Ventrue tenía mucho futuro por delante, y ya era hora de que comenzase a aprovecharlo.

- Te he dejado las instrucciones necesarias en mi casa. Mi ghoul te dará las llaves. Invita a todo el mundo, ma chérie. A veces hay que vigilar las acciones de los farsantes más vulgares, o de científicos que no son capaces de cumplir con los protocolos de cortesía más sencillos... ¡Y oler a esas nauseabundas ratas de cloaca, sacré bleu! -las facciones atigradas de Daima reflejaron el asco más sincero-. Pero te acostumbrarás porque hay favores que sólo podrán hacerte los Cainitas más brutos.

Daima se incorporó seguida por la danza de sus mechones ondulados y oscuros. Sonreía a Nuria con un gesto de despedida. Acortó la distancia con la Ventrue y se inclinó.

- Si alguien te dijo alguna vez que el poder pertenecía a los Príncipes, te mintió. Tu opinión le importará a él más que a nadie porque todos los Vástagos de Barcelona la tendrán en cuenta. Todos querrán tu consejo y tu beneplácito. Juega bien tus cartas y todo este poder será tuyo, mademoiselle Bausà... -susurró. Luego le dio un beso en la mejilla a Nuria y salió de la sala.

Se llevó consigo la botella.

Nuria esboza una sonrisa satisfecha antes de que Daima desaparezca. Cuando cruza la puerta y se va, rompe a reír de un modo sutil y elegante, nada escandaloso.
Precisamente lo que a Nuria le interesa en estos momentos es lo que Daima le ofrece.
Al cabo de algunos minutos, sale al pasillo de la universidad.
- Joven -no eleva la voz para llamar al guapísimo ghoul Toreador-. Daima dice que tienes algo para mí. Dámelo.
Nuria procede a interrogar al ghoul para hacerse con la dirección de la casa de Daima. Se guarda las llaves en el bolso, se ajusta su abrigo de piel con movimientos soberbios y se marcha.

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