[Bufé Neo Parisino]Bajo la pista del asesino [Jeliel]

Levanté la vista del periódico y observé a otra familia entrando en el Bufé, en cuanto vi que no era quien buscaba agaché la cabeza y disimule. Llevaba varios días tras la pista de un posible satanista español residente en París, uno de mis contactos había investigado un foro de ocultismo en el que uno de los foreros se jactaba de haber cometido sacrificios humanos. Normalmente no le doy mucha importancia a lo que cuenta la gente por Internet, suele ser todo mentira, pero esta vez había una espeluznante foto “corroborando” a su autor.

Una mata de pelo rojo hizo que olvidase por un momento la macabra imagen, acompañado de una señora mayor, de unos 50 años y bien vestida se encontraba Antonio LaVey. Entré en el Bufé apresuradamente, sin hacer caso de la bienvenida que el maître y fijándome donde la pareja se había sentado.

- Discúlpeme señor -dijo el camarero, algo malhumorado por mi falta de modales-. ¿Cena para uno?

- Si -respondí con voz tranquila-. No te preocupes por buscarme un sitio para sentarme, ya lo haré yo.

Sin esperar su respuesta dejé mis cosas un par de mesas detrás de mi objetivo y me levanté para coger un vaso de agua.

Largos años habían pasado , desde la última vez que pisé esta tierra maldita para mi como mortal, pero en aquella ocasión llegaba a París como un hombre, mi vida había cambiado, el mundo había avanzado a pasados agigantados en el último siglo y llegaba a su fin.

Mi visita a París era obligada pues por motivos de la Secta Lunnaris estaba fuera y debía llevar unos documentos a la persona que manejaba lo que empezaba a ser una empresa, la línea de restaurantes Bufé Neo Parisino.

Estaba a escasos minutos a pie del restaurante, seguí caminando  con paso ligero, pocos minutos después ya se podía ver el restaurante , como había cambiado el lugar donde había crecido y donde tantas cosas pasaron.

El restaurante era grande , rodeado por árboles y plantas , que provocaban una sensación de tranquilidad e intimidad.

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Contaban con una terraza con mesas  y sillas de madera de color caoba, los matices de color rojo con la intensidad de los faroles que alumbraban la entrada y la parte de la terraza invita a sentarte a tomar algo y disfrutar de la buena noche que se alzaba sobre París.

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Antes de acceder al interior el metre me hablo en francés preguntando si quería una mesa para cenar, entonces le enseñé la carpeta con el nombre de Lunnaris y sim articular palabra se apartó dejándome pasar, ante esto supuse que los trabajadores del bufé estaban avisados de mi llegada.

Una vez dentro fui hasta el salón donde se alojaban la gente en mesas , donde el color granate predominaba sobre los manteles y la decoración, en el centro de casa mesa , la luz de cada vela iluminaba el interior.

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Casi todo el mundo estaba acompañado, pero me llamo la atención de un joven, que miraba de un lado para otro buscando a alguien, debido a mi curiosidad avancé hasta su mesa intentando no cortar el paso a los camareros, no por respeto, simplemente estaba tranquilo, no quería que la torpeza de alguno de ellos me mancharán el traje.

Esto provocó que al prestar más atención al camarero que por donde caminaba me tropezara con el joven que me había llamado la atención.

Reaccioné rápidamente para evitar que los documentos que llevaba en la mano callerán al suelo, una vez sujetos miré al joven y dije con acento francés - Disculpe caballero, iba prestando más atención al camarero, que a por donde iba caminando.

Le ofrecí mi mano esperando que aceptara mis disculpas.

- No se preocupe, accidentes pasan– dije mientras apartaba al muchacho con el que había chocado, intentando no perder a mi objetivo de vista.

Pero me detuve casi en seco, le había dado la mano durante solo unos segundos pero había notado algo extraño, estábamos en Agosto y la temperatura era calurosa, pero su mano estaba igual de fría que el mármol, su piel era pálida y su rostro joven parecía congelado en el tiempo. Evité mirarle a los ojos, ¿podía ser que había entrado sin avisar en el dominio de otro vampiro? Francia era dominada por la Camarilla, tenía que permanecer en guardia.

- ¿Es éste tu dominio cainita? - pregunté de repente.

El extraño joven estrechó mi mano aceptando mis disculpas, se giró dispuesto a irse, pero de repente para mi sorpresa se detuvo en seco y se giró mirándome de arriba abajo.

Este hecho me incomodo, no me gustaba que la gente se
me quedara mirando , otra cosa que me sorprendía era que evitara el contacto visual , todo eso me condujo a que el como yo ocultaba algo.

Me picaba la curiosidad, quién sería en realidad, que haría en el restaurante, desde luego era astuto, pues la idea de apartarme la mirada era un punto a su favor, así evitaba que si era un enemigo yo pudiera llevar la iniciativa.

Sus siguientes palabras confirmaron mis sospechas, había un cainita en mi dominio, a mi parecer alguien que había captado mi atención, ahora quedaba ver que podía ofrecerme él diversión, un aliado, la muerte de él , un enemigo al que tener cerca para poder utilizarlo o había llegado mi hora.

Antes de dirigirme a él, me acerqué al camarero que estaba parado a escasos centímetros nuestra observando la escena, me quedé a escaso centímetros de él y le quité el manojo de llaves que colgaba del pantalón, una vez con las llaves en la mano, me giré de nuevo no antes sin decirle al camarero que la zona del sótano esta noche estaba reservada para el extraño con el cuál había tropezado, que cancelara las reservas de esa noche en esa zona.

Volví a recorrer los pasos que me separaban de mi nuevo invitado, me pare frente a él y lentamente y tranquilamente dije- Es usted un hombre astuto, al menos para mi parecer lo es, faltaría cambiar ciertas cosas, pues el territorio en él que nos hallamos tiene oídos y ojos en todos sitios , malos tiempos corren caballero, y si usted dispone de tiempo podíamos conversar en un sitio más tranquilo - tras estas palabras puse las llaves en sus manos, me gire y dije - yo guio y tu abres las puertas.


Sabía que corría un riesgo dándole la espalda , pero la poca iluminación del local y la cantidad de sombras que se proyectaban de las velas encendidas a lo largo del salón me favorecían, en caso de que aquel extraño cometiera el error de atacarme.